Seguidores

sábado, 29 de septiembre de 2012

E. otra ilusión perdida

Hoy tengo noticias de mi pasado. He recibido un correo de E. E. es alguien que conocí hace muchos años. Bueno, eso no es del todo exacto: nunca llegamos a conocernos. No, eso tampoco es verdad. No nos conocimos físicamente. No sabíamos cómo éramos aunque llegamos a intimar tanto que nos contamos nuestras miserias, nuestros deseos, nuestras ilusiones y desencantos. Sabíamos nuestro nombre y apellidos e incluso el de nuestros allegados y familiares. Pero nos juramos que nunca, nunca jamás bajo ningún concepto, pediiríamos el uno al otro ninguna oportunidad en la que coincidir físicamente. Éramos amigos vía red. Tampoco chateábamos, pese a que éramos capaces de permanecer juntos on-line durante horas intercambiándonos mensajes en un foro o correos vía gmail. Lo sabíamos todo y jugábamos a no necesitar más.

Nunca hubo con E. ningún mensaje explícitamente erótico o sexual. Ella sabía de mis correrías virtuales con otras mujeres y siempre me pareció que cuando se las contaba se mostraba un poco celosilla. A mí me gustaba pensar que era así. Era evidente que teníamos lo que los expertos llaman "tensión sexual no resuelta", pero nos debíamos a nuestros principios, a las reglas que nosotros mismos nos habíamos marcado. Un buen día E. me comuncó que estaba embarazada. Todo un milagro para quien sufría del mal que ella padecía. Me alegré infinitamente, posiblemente porque mi condición de iluso me hacía imposible el preveer lo que pasaría a partir de entonces.

Un día le mandé un correo, como tantas veces había hecho hasta entonces, en el que le contaba mi opinión sobre la situación política, sobre mis temores y esperanzas y probablemente le referí lo que me había pasado ese día. Fue el último: no obtuve ninguna respuesta. Si algo me duele en esta vida es que me paguen con silencio. Recuerdo que, pasados unos días, volví a mandarle otro correo. Y otro más tras unos meses. Durante los tres años siguientes le envié un correo de felicitación el día de su cumpleaños: era imposible que no lo recordara porque era la misma fecha en que los cumplo yo. Y siempre obtuve la misma respuesta: la nada, el silencio.

Hace ya de esto más de dos años. Ayer volví a saber de E. pero ella no tenía mucho interés en saber de mí, sino en que yo mediara para conseguir el favor de terceras personas. Solo un tonto podría atender tal petición. Y yo no soy un tonto: solo soy un iluso que se quedó sin ilusiones por sucedidos como este.

Adán Bovary.
adan.bovary@gmail.com

2 comentarios:

  1. El silencio, el vacío es sin duda la peor respuesta, porque responde con otras preguntas que no hacen si no alimentar ese vacío, esa nada...

    Un saludo, por aquí me quedo.

    ResponderEliminar
  2. Yo también he tenido relaciones virtuales, y con algunas sí que hubo presencia física, quiero decir que llegamos a conocernos personalmente.
    Está bien marcar unas pautas, unas reglas...sobre todo si todos están de acuerdo, pero también es cierto que las reglas están para saltárselas a veces.
    Lo más peligroso, triste o doloroso de las relaciones virtuales es que algunas personas las finalizan de la misma manera que si apagasen el ordenador: dándole a un botoncito y aquí no ha pasado nada.
    No te tomes a E. como un fracaso, tú no fracasaste

    ResponderEliminar